No había pasado en mucho tiempo. Hace como una semana tuve un romance (bueno siempre me pasa) con un tipo que en muchos aspectos me pareció espectacular (esto ya no pasa tan seguido, pero en uno que otro aspecto sí), pero lo extraño fue que después de mucho mucho tiempo me daba la licencia de dormir en casa ajena.
Supongo que a muchos no les parecerá extraño, pero a mí sí. Despertar en una cama ajena, en una casa ajena es muy extraño para mí, tanto que procuro no hacerlo nunca, pero esta vez lo hice. Yo siempre he procurado que cualquier 'guerra' que se libre sea en mi territorio. Es mucho más fácil aplicar cualquier estrategia o improvisar cualquier maniobra desde tu propio territorio, cuando te conoces el lugar y el otro es el extranjero, el visitante, el intruso y es bajo tus reglas bajo las que se juega y sabes que tú mandas.
Estar en territorio ajeno, pese a lo segura que puedas sentirte internamente, no deja de ser una aventura y una sorpresa, desde los olores que percibes, hasta el orden del otro, desde las costumbres y manías que vas descubriendo, en fin, son varias cosas. Yo me sentí un poco extraña en esta aventura, bienvenida sí, pero bastante extraña. No sé, creo que prefiero jugar en mi territorio, claro que si otra vez él me vuelve a invitar a jugar en el suyo, de pronto me anime y salga corriendo.
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