Había quedado en contarles como me iba con esto de hacerle frente a la incompetencia emocional. He aquí un par de resultados:
Empezaré por el campo profesional, cuyos resultados me han sido un poco más gratos. Uno de los chicos de mi departamento no estaba haciendo bien las cosas y yo soy la jefa. Bueno, aparte de que soy la jefa tengo que demostrar mi competencia dentro del cargo porque aún no tengo un contrato definitivo.
Me había costado mucho hablar con él, atreverme, pero la situación estaba llegando al límite y el descontento por su actitud era general en el departamento. Bueno, la cosa es que le dije que no iba a tolerar que siguiera con esa actitud, que si la próxima vez tenía una queja, pues tocaba recurrir a otras medidas. Y me sentí mejor, al menos sentí que perdí un poco el miedo a darme mi lugar y a hacerme cargo de mi puesto. Eso. Lo malo es que no me hizo mucho caso, tocará actuar otra vez.
En el otro campo, el de las relaciones, pues estaba saliendo con un chico que me gustaba mucho, creo que después de mucho tiempo al fin sentía que quería quedarme, que había encontrado al hombre que los reunía a todos. Pero la cosa es que no estaba claro qué mismo éramos, si novios, amigos, amigovios, amantes, vacile, qué... Cuando tengo esta clase de dudas la incompetencia siempre me impide preguntar, por el miedo a perder y a no coincidir. Pero esta vez me lo había prometido, además sentía que la relación valía la pena como para ponerle un nombre y como me estaba enamorando, necesitaba tener la certeza de que no solo íbamos en el mismo tren, sino hacia el mismo lugar.
Y pregunté. Y la respuesta fue un clásico no estoy preparado, las cosas no son siempre como tú las quieres, etc. En fin, fue algo muy triste, pero en el fondo me sentí orgullosa de haber dado el paso, aunque el paso haya implicado una pérdida. No me siento tan contenta con la decisión, pero de todas maneras sé que superar la incompetencia quiere decir también superar el miedo a tomar decisiones y, sobre todo, entender que las decisiones adecuadas no siempre son las que te hacen más feliz en el corto plazo pero sí en el largo.
Eso, queridos, presiento que no es todo, sin embargo, porque es solo un paso, ahora lo que viene es vivir con eso, sostener mis decisiones y seguir caminando, algún día de seguro me sentiré más sabia y, quizá, ni siquiera tenga que preguntar para obtener la respuesta correcta. Auswiedersehen.
viernes, 25 de mayo de 2007
miércoles, 16 de mayo de 2007
Incompetentes Emocionales Anónimos (IEA)
Lo confieso: soy una incompetente emocional. Ya. He dado el gran paso. Ahora deberían venir los aplausos, los abrazos, los 'estamos contigo', en fin.
Creo que si existiera IEA yo sería una de las primeritas en estar ahí y de seguro me encontraría con mucha gente conocida, muchos amigos, muchos ex amantes, muchos ex compañeros, mucha mucha gente.
Y es que esto de la incompetencia emocional es un gran problema y su detonante, bueno, mejor dicho, lo que la represa es el miedo. El miedo de lanzarse al agua, de ahondar en sentimientos insospechados, de encontrarnos en lugares extraños y hasta maravillosos. El miedo nos paraliza y evita que tomemos decisiones que a la larga nos van a hacer más felices o más maduros.
Sí, el miedo también nos impide comunicarnos y esta falta de comunicación es uno de los síntomas de la incompetencia emocional. Cuántos dolores nos ahorraríamos si tuviéramos el miedo a comunicarnos, a expresar lo que sentimos sin temor y sin vergüenza.
Por ejemplo, cuántas lágrimas no ahorraría aclarar las cosas desde el principio cuando nos metemos en una relación. Por ejemplo, aunque suene a manía por ponerles nombre a las cosas, sería bueno preguntar ¿qué mismo somos? ¿qué queremos el uno del otro? En fin, pero esta incompetencia hace que dejemos todo para luego, que al final es para nunca, o para los momentos de soledad en los que tratamos de justificarnos.
También, si fuéramos más competentes y menos miedosos, tendríamos más suerte en cuestiones laborales, cuando alguna actitud nos molesta pues simplemente la decimos y nos sacamos el alfiler y ya, pero podemos hasta arriesgarnos a perder un puesto por no decir las cosas claras y la incompetencia emocional nos convierte en incompetentes profesionales, incapaces de solucionar los problemas del día a día.
Yo realmente he tenido varios problemas con el asunto, pero ahora estoy sin poder más con los alfileres y las preguntas se me están atragantando y tengo ganas de mirar a los ojos y hablar y hablar. Ya di, el paso, confieso que soy una incompetente emocional. Ahora viene lo más difícil: dejar el vicio. Ya les avisaré cómo me va.
Creo que si existiera IEA yo sería una de las primeritas en estar ahí y de seguro me encontraría con mucha gente conocida, muchos amigos, muchos ex amantes, muchos ex compañeros, mucha mucha gente.
Y es que esto de la incompetencia emocional es un gran problema y su detonante, bueno, mejor dicho, lo que la represa es el miedo. El miedo de lanzarse al agua, de ahondar en sentimientos insospechados, de encontrarnos en lugares extraños y hasta maravillosos. El miedo nos paraliza y evita que tomemos decisiones que a la larga nos van a hacer más felices o más maduros.
Sí, el miedo también nos impide comunicarnos y esta falta de comunicación es uno de los síntomas de la incompetencia emocional. Cuántos dolores nos ahorraríamos si tuviéramos el miedo a comunicarnos, a expresar lo que sentimos sin temor y sin vergüenza.
Por ejemplo, cuántas lágrimas no ahorraría aclarar las cosas desde el principio cuando nos metemos en una relación. Por ejemplo, aunque suene a manía por ponerles nombre a las cosas, sería bueno preguntar ¿qué mismo somos? ¿qué queremos el uno del otro? En fin, pero esta incompetencia hace que dejemos todo para luego, que al final es para nunca, o para los momentos de soledad en los que tratamos de justificarnos.
También, si fuéramos más competentes y menos miedosos, tendríamos más suerte en cuestiones laborales, cuando alguna actitud nos molesta pues simplemente la decimos y nos sacamos el alfiler y ya, pero podemos hasta arriesgarnos a perder un puesto por no decir las cosas claras y la incompetencia emocional nos convierte en incompetentes profesionales, incapaces de solucionar los problemas del día a día.
Yo realmente he tenido varios problemas con el asunto, pero ahora estoy sin poder más con los alfileres y las preguntas se me están atragantando y tengo ganas de mirar a los ojos y hablar y hablar. Ya di, el paso, confieso que soy una incompetente emocional. Ahora viene lo más difícil: dejar el vicio. Ya les avisaré cómo me va.
lunes, 14 de mayo de 2007
Cómo terminar una relación
Fórmula típica versión 1.1:
Para lograr que esta fórmula funcione adecuadamente es necesario preparar la sujeto (objeto del experimento) con algunos días de antelación. Una semana antes:
Si usted pertenece al género femenino no devuelva llamadas, no acepte invitaciones y cada vez que le haga un cumplido no se dé por enterada.
Si usted pertenece al género masculino no l@ llame, no l@ invite, no le haga cumplidos (a esto llamaremos acción A)
Además puede (sin importar género) Inventar falsos compromisos, a menos que tenga compromisos reales los cual sería mucho mejor. Hablar de un(a) amig@ con que sale siempre, pero su pareja aun no conoce. Comentar sobre compromisos sociales a los cuales usted no asistió con su pareja, pero si con el/la amigo@ del que siempre comenta.
El día D:
Ese día: Usted invita a la victima a tomar un café de preferencia en un sitio público, pero poco concurrido para evitar que haya escenas con mucho espectadores. Es decir si usted habita en:
· Quito: No vaya a la plaza Foch.
· Bogotá: No se le ocurra ir a la 93.
· Ambato: Procure no estar cerca de Fijoa.
· Cuenca: aléjese la Remigio Crespo.
· Cali: la sexta no es la mejor opción
En el momento del encuentro no l@ saluda de pico, sino de beso en la mejilla. Esto es muy importante ya que este será el indicio para hacerle saber usted esta decidid@ a no continuar con esta relación. Una vez estén sentados y ya hayan pedido su orden usted comienza por decir:
“Sabes he estado pensando mucho (así no sea cierto) y creo que esto no va más”
Espera la reacción de la contra parte .Algunas opciones:
- Ya me lo imaginaba. Has estado muy rar@ este tiempo.
- ¿Por qué? ¿Qué hice mal?
- No me dejes, sea lo que sea yo puedo cambiar
- “silencio”
Para cualquiera de ellas la respuesta siempre es la misma:
“No te pongas mal. No eres tú, Soy yo. Estoy confundid@. La verdad es que creo que no estoy preparado para seguir en una relación.”
“Tu has sido lo mejor que me ha pasado en la vida, pero no es el momento ideal”
Si el sujeto de experimento se pone a llorar…NO L@ ABRACE háblele calmadamente. Procure escoger una hora vespertina para el encuentro de esa manera si la victima es mujer no tendrá que llevarla a su casa y si es hombre, usted podrá irse a su casa en un taxi.
Próxima entrega "formula típica version 1.2"
Para lograr que esta fórmula funcione adecuadamente es necesario preparar la sujeto (objeto del experimento) con algunos días de antelación. Una semana antes:
Si usted pertenece al género femenino no devuelva llamadas, no acepte invitaciones y cada vez que le haga un cumplido no se dé por enterada.
Si usted pertenece al género masculino no l@ llame, no l@ invite, no le haga cumplidos (a esto llamaremos acción A)
Además puede (sin importar género) Inventar falsos compromisos, a menos que tenga compromisos reales los cual sería mucho mejor. Hablar de un(a) amig@ con que sale siempre, pero su pareja aun no conoce. Comentar sobre compromisos sociales a los cuales usted no asistió con su pareja, pero si con el/la amigo@ del que siempre comenta.
El día D:
Ese día: Usted invita a la victima a tomar un café de preferencia en un sitio público, pero poco concurrido para evitar que haya escenas con mucho espectadores. Es decir si usted habita en:
· Quito: No vaya a la plaza Foch.
· Bogotá: No se le ocurra ir a la 93.
· Ambato: Procure no estar cerca de Fijoa.
· Cuenca: aléjese la Remigio Crespo.
· Cali: la sexta no es la mejor opción
En el momento del encuentro no l@ saluda de pico, sino de beso en la mejilla. Esto es muy importante ya que este será el indicio para hacerle saber usted esta decidid@ a no continuar con esta relación. Una vez estén sentados y ya hayan pedido su orden usted comienza por decir:
“Sabes he estado pensando mucho (así no sea cierto) y creo que esto no va más”
Espera la reacción de la contra parte .Algunas opciones:
- Ya me lo imaginaba. Has estado muy rar@ este tiempo.
- ¿Por qué? ¿Qué hice mal?
- No me dejes, sea lo que sea yo puedo cambiar
- “silencio”
Para cualquiera de ellas la respuesta siempre es la misma:
“No te pongas mal. No eres tú, Soy yo. Estoy confundid@. La verdad es que creo que no estoy preparado para seguir en una relación.”
“Tu has sido lo mejor que me ha pasado en la vida, pero no es el momento ideal”
Si el sujeto de experimento se pone a llorar…NO L@ ABRACE háblele calmadamente. Procure escoger una hora vespertina para el encuentro de esa manera si la victima es mujer no tendrá que llevarla a su casa y si es hombre, usted podrá irse a su casa en un taxi.
Próxima entrega "formula típica version 1.2"
jueves, 10 de mayo de 2007
Alguna vez, en mi cama
Pienso en todos los hombres que han estado alguna vez en mi cama. no han sido montones, pero sí han sido varios. Muy distintos el uno del otro. O muy similares, no sé. Quizá lo único que han tenido en común el uno con el otro han sido mi cama y yo.
No sé por qué los he pensado, quizá por ese ejercicio necesario o vicioso de la memoria, porque a ratos es bueno recordar cada una de las experiencias, porque en el fondo, como antes escribí, todos son uno solo, ojo que no digo lo mismo o, peor aún, la misma huevada, sino que han sido uno, historias repitiéndose encima de mi cama, caricias recorriéndome el cuerpo, mis manos recorriendo un cuerpo, bocas, piernas, caderas, besos, sexo, susurros, miradas, orgasmos... en fin, pocas veces un sentimiento, deseo a millares, pero sentimientos no.
Es como que a los pies de la cama, o del colchón ahora, quedara de mutuo acuerdo cualquier sentimiento o cualquier atisbo, o la conversación -borracha o no- con las miles de confidencias que nos acercaban. Sobre la cama solo nos puede acercar el deseo, un cuerpo que habita en otro y punto.
Alguien preguntaba qué prefiero, si el sexo casual o lo que está antes de él (una salida, una buena conversación, jugueteos, caricias...), pues creo que me quedo con cualquier cosa que esté dentro de mi cama, de mi territorio, de ese lugar que es solo mío, sea lo que sea, casual o no casual. Pensándolo bien, preferiría que alguien se quedara...
No sé por qué los he pensado, quizá por ese ejercicio necesario o vicioso de la memoria, porque a ratos es bueno recordar cada una de las experiencias, porque en el fondo, como antes escribí, todos son uno solo, ojo que no digo lo mismo o, peor aún, la misma huevada, sino que han sido uno, historias repitiéndose encima de mi cama, caricias recorriéndome el cuerpo, mis manos recorriendo un cuerpo, bocas, piernas, caderas, besos, sexo, susurros, miradas, orgasmos... en fin, pocas veces un sentimiento, deseo a millares, pero sentimientos no.
Es como que a los pies de la cama, o del colchón ahora, quedara de mutuo acuerdo cualquier sentimiento o cualquier atisbo, o la conversación -borracha o no- con las miles de confidencias que nos acercaban. Sobre la cama solo nos puede acercar el deseo, un cuerpo que habita en otro y punto.
Alguien preguntaba qué prefiero, si el sexo casual o lo que está antes de él (una salida, una buena conversación, jugueteos, caricias...), pues creo que me quedo con cualquier cosa que esté dentro de mi cama, de mi territorio, de ese lugar que es solo mío, sea lo que sea, casual o no casual. Pensándolo bien, preferiría que alguien se quedara...
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