miércoles, 16 de mayo de 2007

Incompetentes Emocionales Anónimos (IEA)

Lo confieso: soy una incompetente emocional. Ya. He dado el gran paso. Ahora deberían venir los aplausos, los abrazos, los 'estamos contigo', en fin.

Creo que si existiera IEA yo sería una de las primeritas en estar ahí y de seguro me encontraría con mucha gente conocida, muchos amigos, muchos ex amantes, muchos ex compañeros, mucha mucha gente.

Y es que esto de la incompetencia emocional es un gran problema y su detonante, bueno, mejor dicho, lo que la represa es el miedo. El miedo de lanzarse al agua, de ahondar en sentimientos insospechados, de encontrarnos en lugares extraños y hasta maravillosos. El miedo nos paraliza y evita que tomemos decisiones que a la larga nos van a hacer más felices o más maduros.

Sí, el miedo también nos impide comunicarnos y esta falta de comunicación es uno de los síntomas de la incompetencia emocional. Cuántos dolores nos ahorraríamos si tuviéramos el miedo a comunicarnos, a expresar lo que sentimos sin temor y sin vergüenza.

Por ejemplo, cuántas lágrimas no ahorraría aclarar las cosas desde el principio cuando nos metemos en una relación. Por ejemplo, aunque suene a manía por ponerles nombre a las cosas, sería bueno preguntar ¿qué mismo somos? ¿qué queremos el uno del otro? En fin, pero esta incompetencia hace que dejemos todo para luego, que al final es para nunca, o para los momentos de soledad en los que tratamos de justificarnos.

También, si fuéramos más competentes y menos miedosos, tendríamos más suerte en cuestiones laborales, cuando alguna actitud nos molesta pues simplemente la decimos y nos sacamos el alfiler y ya, pero podemos hasta arriesgarnos a perder un puesto por no decir las cosas claras y la incompetencia emocional nos convierte en incompetentes profesionales, incapaces de solucionar los problemas del día a día.

Yo realmente he tenido varios problemas con el asunto, pero ahora estoy sin poder más con los alfileres y las preguntas se me están atragantando y tengo ganas de mirar a los ojos y hablar y hablar. Ya di, el paso, confieso que soy una incompetente emocional. Ahora viene lo más difícil: dejar el vicio. Ya les avisaré cómo me va.

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