jueves, 10 de mayo de 2007

Alguna vez, en mi cama

Pienso en todos los hombres que han estado alguna vez en mi cama. no han sido montones, pero sí han sido varios. Muy distintos el uno del otro. O muy similares, no sé. Quizá lo único que han tenido en común el uno con el otro han sido mi cama y yo.
No sé por qué los he pensado, quizá por ese ejercicio necesario o vicioso de la memoria, porque a ratos es bueno recordar cada una de las experiencias, porque en el fondo, como antes escribí, todos son uno solo, ojo que no digo lo mismo o, peor aún, la misma huevada, sino que han sido uno, historias repitiéndose encima de mi cama, caricias recorriéndome el cuerpo, mis manos recorriendo un cuerpo, bocas, piernas, caderas, besos, sexo, susurros, miradas, orgasmos... en fin, pocas veces un sentimiento, deseo a millares, pero sentimientos no.
Es como que a los pies de la cama, o del colchón ahora, quedara de mutuo acuerdo cualquier sentimiento o cualquier atisbo, o la conversación -borracha o no- con las miles de confidencias que nos acercaban. Sobre la cama solo nos puede acercar el deseo, un cuerpo que habita en otro y punto.
Alguien preguntaba qué prefiero, si el sexo casual o lo que está antes de él (una salida, una buena conversación, jugueteos, caricias...), pues creo que me quedo con cualquier cosa que esté dentro de mi cama, de mi territorio, de ese lugar que es solo mío, sea lo que sea, casual o no casual. Pensándolo bien, preferiría que alguien se quedara...

2 comentarios:

Vagandomundos dijo...

Me gusta la idea de compartir la cama con alguien, un él, y me gustan las charlas previas, las miradas tímidas, los besos robados y la desvestida. Con cada hombre, una se desviste de diferente manera. A veces una queda en cueros sola y él vestido, admirándote. A veces tú lo desvistes a él. A veces se trata de una desvestida al tiempo. A veces la ropa aún está puesta. Pero mi desvestida favorita es esa que no tiene que ver con la ropa; se trata de ese momento en el que, luego del sexo, ambos charlamos a gusto, aún desnudos, entre las sábanas, sin ver el reloj, sin importar el tema. Cuando ese, que hasta hace poco era otro, estaba vestido y no te había tocado aún se deja ver por dentro. Antes del adiós y quien sabe si hasta la próxima o hasta nunca.
Soy una romántica, aún creo en que lo que a una le queda para después, para el recuerdo, es el antes y el despúes. Muchas veces el durante no es tan significativo como los otros momentos.

Anónimo dijo...

Sobre mi cama se teje una de las historias de mi vida. uno avn subiendo, mucho o pocos, todos son trama y hurdimbre. Hacen de mí este tejido que soy ahora. Algunos puntos son flojos, otros paretado. Unos de colores brillantes, hasta estridentes; otros opácos y aburridos. Yo la igual que lilit me quedo con lo que viene después cuando la tela esta lista y nos cobijamos los dos de desnudez para contarnos la historias más inverosimiles y contidianas de nosotrs mismos.